Todo el mundo rezumaba alegría y buen humor aquella tarde de invierno, en algún puente de una sinuosa carretera comarcal. ¿Qué influía más: la buena compañía o el divino tesoro?
2 comentarios:
Anónimo
dijo...
Eramos jovenes!! todo se admitia, menos una cosa; que fueras un inque!!!
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Eramos jovenes!! todo se admitia, menos una cosa; que fueras un inque!!!
Pío
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